lunes, 9 de enero de 2012

En un mar de vías

Es cierto que cogí el tren, es cierto que casi sin despedirme.
No sabía lo que me depararía, pero si sabía las condiciones del navío que surcaba los mares de las vías.
Sabía que el camino era muy largo y el asiento, incómodo.

Era conocedora del hecho de tener que reflexionar, pensar, llegar a las conclusiones que me hicieran volver.

En el ticket ponía la fecha de la ida, pero la vuelta estaba abierta, totalmente desconocida.

Muchas estaciones, muchas horas embobada tras el cristal.

Siento mi ausencia, siento mi partida, no huí solo tenía recorrer el interior desconocido de ese mundo que tantas preguntas me envíaba por todas las áreas de la comunicación.

Siento haber dejado de hacer música, tenía el alma dormida y el revisor me pedía que no hiciera ruido. Siento haber subido a esa cima, siento culparte y siento la despedida.

Libre, así soy, nunca tanto como ahora. Nada de conformismo, nada de vanalidades, nada de cuentos vacios.

No tengo miedo, ni siquiera al morir, solo quiero vivir el tiempo que pueda y que se parezca lo máximo posible a la voluntad que tengo para mi destino.
Pintar las suelas del color del polvo que yo quiera.


Para todo aquel que entiende las razones de la partida, para todas aquellas almas que aún sueñan, para ti.

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