Descanso que no muerte.
Sin lagrimas, sin desesperación ni añoranza por lo que se fue.
No lamentes la perdida si nunca quisiste propiedad, solo quieres la verdad y no la tuviste, entonces, camina.
Hoy estas letras desordenadas van por cada alma, una por una, aquellas que confundieron bondad con ingenuidad, ¡Qué torpeza!.
A aquellas que no quisieron ser sino aparentar.
A quienes guardé sus secretos en mi tumba y no traicioné ni bajo su traición.
A los que buscan un minuto de gloria infinito.
A los vanidosos disfrazados de humildes.
A los que no conciben rumbo ni meta.
A los que beben lágrimas de una causa sin fundamento.
A los que tienen mala memoria.
A los que han muerto en vida.
Sin coronas de flores marchitas, sin ficción y sin máscaras.
Y después del descanso, de nuevo a la vida... No hay tiempo que perder.
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