miércoles, 28 de enero de 2015

Ahora que lo recuerdo...



La alberca de mis abuelos rebosaba de unas aguas cristalinas, amigas sin preocupaciones se zambullían entre confidencias y risas.
La vieja encina tiraba de un columpio más viejo aún que contaba tardes de balanceos en soledad, cuerdas encanecidas que daban paso a otra etapa en mi vida.

Ya sabía hablar sobre el amor aunque no sabía mucho de él, lo veía de forma distinta, era más que un folio con su nombre y el mío. Aprendí lo que era sentir añoranza de un beso, del primero quizás.

Tras una calurosa noche de verano, desperté ansiosa de lo que el día me deparaba, dejábamos el campo por la ciudad y no me daba ninguna pena.

Era el día, el primer concierto de mi cantante favorito, cuando la música se llega a sentir físicamente un día así no es cualquier día.

El estadio hervía de fanáticas en su mayoría, cuando apareció aquella voz que tanto admiraba no pude evitar llenarme de lágrimas, mi cuerpo se inundó de adrenalina y disfruté de uno de los mejores conciertos que he vivido jamás.

Al llegar a casa estaba derrotada, sentí quizás un amor platónico que duró mucho tiempo por alguien que aun siendo tan mediático se me antojaba tan cercano.

Siempre pensé en qué le diría si nuestros caminos coincidieran por un momento y nunca me decanté por palabra alguna, no era una fanática, no era lo mío tirarme de los pelos y gritar un "te quiero" o algo por el estilo.

Con los años mi admiración perdura aunque si me volví mas crítica, ahora quizás si sabría que decirle;

"Gracias por ponerle nombre al sentimiento, por ese día y muchos que vinieron. A todo no hay que ponerle precio, nunca olvides tus raíces y a los que crecimos descubriendo lo que significaban tus canciones".


Pa' que no te despiertes, lo diré bajito.

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