domingo, 13 de noviembre de 2011

Desencuentro

Cuando estamos inmersos en lo que llamamos uno de esos momentos de felicidad, en los que estamos saludables, mariquitas nos recorren el cuerpo, y nos sentimos plenamente bien, olvidamos eso, lo realmente afortunados que somos en ese instante.

Cuando estás enfermo todo cambia y dependiendo de la profundidad de la enfermedad y del tiempo puedes reflexionar más o menos. Desgraciadamente tuve mucho tiempo para pensar, para añorar los buenos momentos en los que no lloraba por un dolor físico, el resto de problemas se me hicieron minúsculos y aprendí que el tiempo es DEMASIADO valioso.

He callado, quizás, siempre demasiado y por ello he perdido más de lo que podía permitirme. ¡Caray! Parece que cuando sentimos algo debemos callarnos para no mostrar debilidad y ser fuertes, no, te vuelves más débil, más cobarde. Callamos demasiado, por no molestar, por no discutir, creía que no, pero se acumula y llega un día que la persona equivocada está en el lugar menos oportuno y se traga nuestra explosión.

Hoy quería compartir esto con vosotros, no para contaros algo mío o para hacerme la profunda. No quiero que cometáis ese error, ¡arriesgad! por lo que más queráis, rodearos SOLO de lo que es importante y por vuestro dios NO perdáis el tiempo, como si tuvierais la certeza de que vais a morir en cuestión de horas. Aprended de cada situación, de cada persona, de cada momento. Reid que no cuesta tanto. Cuidad de esas personas que tanto os quieren y a las que tanto queréis, a veces la persona más triste solo habla con sus ojos. Quereos mucho más, sois la persona de vuestra vida con la única que viviremos por los restos de los restos. Sed auténticos, ¡joder! Enriqueceros del arte en todas sus formas. El tiempo corre, él no para...

Son muchas más reflexiones las que tuve, contigo, con él, con ella, con todo... pero esas son mías...

De esas que solo hablan mis ojos.

Aunque ha desaparecido mi sonrisa, pienso encontrarla...

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