domingo, 15 de abril de 2012

Piacere


Dando las siete de la mañana el sol en pleno solsticio de verano hizo su aparición estelar.

Su pelo había adoptado mi olor, y mis hombros el suyo... hasta el alma.
Su corazón latía al ritmo de los buenos días, le besé ¿Por qué no? en la comisura, después en su párpado, detrás de la oreja, en el cuello y por último en la nariz.

Hablaba un perfecto castellano, no podía evitarlo, amaba esta tierra como aquellos que no queríamos abandonarla aunque no hubiera remedio.
Susurró algo de modo que yo no lo entendiera - "ho paura, tutto cio che riguarda te mi fa paura". Mientras, rizaba un pequeño mechón de mi cabello, me sonrojaba como si tuviera quince años menos.

Apenas una hora para despedirse y con los pies enlazados sentía un miedo que me paralizaba hasta las pestañas. Antes de irnos, en la ducha comencé a oler mis brazos, todo mi ser olía a él y me aniquilaba pensar que nunca volvería a sentir su aroma. No entendía lo que había pasado, ese desconocido y sus grandes ojos habían desmontado todos los argumentos posibles y la trama había dado un giro impensable, pero que iba a hacerle esas cosas pasan, un día te paras a comprar manzanas y te encuentras con el destino cara a cara dejándote sin aire. El corazón ya no me pertenecía.

Me puse siempre muchos nuncas, ese era uno de ellos, nadar en los ojos de un completo desconocido que no paraba de mirarme de esa forma de la que no puedes responder.
-¿Sabía que el compuesto que da el color rojo a la manzana es el mismo que produce el color rojo en las rosas y las petunias?- Sonriente, preguntó mientras agarraba una y le daba un buen mordisco mientras le daba una moneda al pícaro dependiente. En ese momento temía que los nervios me hicieran decir cualquier tontería y que pareciera estúpida, en otra ocasión a otra persona quizás le hubiera dicho algo como: -"¿Le das la charla a todo aquel que compra fruta o solo yo soy la afortunada?". Pero en ese momento olvidé mis sarcasmos y lo único que pude responder fue una sonrisa, de esas de cuando tenía siete años y cuando me decían algo bonito me daba vergüenza y me ponía justo del color de la manzana. -Respuesta contundente- dijo él -no se suele ver por estas calles semejante luz en unas mejillas-. Todo empezó a parecerme una treta, una seducción, ya conocía a los embaucadores y siempre terminaban igual, entonces respondí
- Me extraña que en estas calles mis mejillas puedan iluminar más que el sol que nos alumbra.
- Pero es su sonrisa lo que las ilumina y con ello todo lo demás, seguramente parezco un casanova más de los que podrá encontrarse por aquí, seguramente no me crea cuando le diga que algo acaba de cambiar mi vida, solo tengo la prueba viva de mi asombro, estoy sobrecogido y no encuentro la causa pero sí la razón.
-¿Cambiar su vida? cuénteme más, ya estoy intrigada.
-El tiempo se ha parado, la ví aquí comprando las manzanas de Giovanni a la misma hora que yo, como tengo por costumbre cada mañana antes de ir a pasear y se ha parado. Posiblemente en otra ocasión ya estaría a mas de cien metros de aquí, pero no, signorina... aquí estoy paralizado preguntándome que nos trajo aquí y que hizo parar nuestro rumbo.
Asombrada, al igual que el tal Giovanni le dije: - Bueno, mi rumbo lo ha parado usted y su amplio conocimiento sobre las manzanas rojas, como las rosas.
- Entonces coincido con usted, también alteró mi rumbo, ¿Y ahora qué? no me diga que aquí se acaba todo, la vida me da un vuelco y tengo que permitir que se vaya, tendré que preguntarme el resto de la vida por qué la dejé ir.
- Estoy un poco confusa, no le conozco de nada y usted a mi tampoco. Reconozco que la situación despierta mi curiosidad pero también mi desconfianza, yo nunca hablo con desconocidos.
- Entonces le ruego que me conozca, por favor acuda a este restaurante esta misma noche a las 9, confiaré en el destino, él me dirá su nombre y si merezco su compañía allí estará, radiante como ahora... Ciao!.

Sin darme cuenta una tarjeta del ristorante donde me esperaría estaba posada en mi mano y no salía de mi asombro. Tras muchas dudas, como un imán a las 9 estuve allí tras la fuerza positiva y nunca me arrepentiré de haberlo hecho. Durante días me regaló rosas, tenían espinas pero adquirieron otro significado, como la pasión.

Ahora a una hora de despedirnos, nuestros caminos tomaran dos rumbos distintos, pero no me importa durante una semana desayuné manzanas, rosas y besos, muchos besos.



- ¡Vaya! Me encanta la historia de como se conocieron tus abuelos.
- Es bonita ¿Verdad? Se mudaron a Galicia, cerca del mar, era una parte de ellos.
- Pero, ¿no se despidieron esa mañana en el hotel?
- Sí pero mi abuelo, perseverante como siempre, al darse cuenta de que era la única mujer con la que quería compartir su existencia no dudó en buscarla por cielo y tierra y aunque el destino le puso dificultades, lo recompensó y pudo encontrarla. Ella tampoco lo había olvidado y no tuvieron dudas, actualmente todos los días no falta en su desayuno una manzana, una rosa y un beso. No conozco personas más felices.
- ¿Qué quería decir la frase en Italiano?
- Algo así como, me da miedo, todo lo tuyo me da miedo...






"Para todo aquel iluso, soñador, bohemio, libre pensador, romántico, luchador de las causas que nunca se perderán, incluso aquel que como yo un día perdió la ilusión y un día empezó a recuperarla y a recomponer sus pedazos".

El mar siempre fue mi musa, me faltaba un trozo del alma...

4 comentarios:

Mundo Paralelo dijo...

Me ha emocionado el relato,
Realmente hermoso, bonito, tierno y muchas cosas más...
En fin que es Maravilloso...

Aramat

Saddest Verses dijo...

Gracias Aramat, es un placer para mí que mis textos emocionen a personas como tú, razón de más para seguir. Gracias

BenitezDelgado dijo...

Lo único imposible es aquello que nunca imaginaste. Y tú ya lo has hecho.

Armando Follón dijo...

Marta este texto... me dejas sin palabras

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