Llama viva que forma parte de mí, recorre la circulación y casi quema por dentro.
Nacido de una chispa cuya creación, de tanto humo, se me olvidó.
Chispa convertida en ondas devastadoras de candentes llamaradas que me convierten en lo que nunca he querido.
Fuego que es rabia, ira y desconsuelo. Que arrasa con todo lo conocido y puede ser más fuerte que el más fuerte.
Es el aire viciado el que lo aviva, corrientes que parecen indefensas lo hacen desbordarse, viento que desaparece, que se esconde tras sus nada envidiables hazañas.
Maldito viento cobarde que hace ascuas de cosechas devastadas.
Bendita el agua clara de la que él está hecho, llena de vida que apaga las llamas y cura las quemaduras. Agua que ignora al viento y en su plácido cauce nado hacía todo lo que me hace bien.
No puedo olvidarme del fuego, es necesario aunque no en exceso, llena de coraje y nos hace afrontar nuestras peores batallas.
Nunca olvides de como se apaga, pues lo esencial podría no contarlo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario