lunes, 30 de abril de 2012

La fuga

Recuerdo aquel día, justo hoy...

Teníamos unos 10 años, la que fue mi mejor amiga estaba en contra de todos y de todo y decidió fugarse por lo que ahora se suele definir "Llamar la atención" y en ese momento todo era trágico, un drama.
Se unió su rebeldía y que yo hubiera hecho lo que fuera por ella  y nos dimos a la fuga. Del barrio de San Lorenzo hasta el río, una distancia larguísima que a nosotros nos parecía un abismo y en medio del camino nos hicimos de otra aliada para cometer la fechoría.

Nos sentamos en uno de esos banquitos de piedra e intentamos olvidar lo que le preocupaba, sin duda ella era la prueba de que un intento de cortar las alas a toda costa hace rebelarse al más tranquilo de los mortales. De repente apareció una mujer de unos 30 años con un gesto dulce y nos preguntó si podía sentarse en el hueco libre, su apariencia nos hizo asentir y tener una nueva compañera en la huida.

Después de la imaginativa historia de mi amiga y su enemistad con la canguro, le preguntamos a nuestro nuevo fichaje por qué estaba allí. Ella también se había fugado, me preguntaba que podía preocupar a una mujer hecha y derecha para tomar el mismo camino que nosotros. Cuando nos contó su historia mi propia conciencia me advirtió de lo infantil que estábamos siendo, ella había discutido con su marido, ya no sentía que la quisiera. A su desdicha se le sumaba la frustración de un sueño perdido y aún así nos consolaba a nosotras.

A esa edad piensas que jamás sentirás esas ganas de huir, de desvanecerte. Al final y poniéndome en contra a mis dos amigas, intenté hacerle entrar en razón y que pensara que su familia estaría preocupada buscándola y que debía hablar con ellos siendo sincera sin inventar historias como siempre hacía, mi compañera de razón me apoyó en el argumento y casi a rastras nos dirigimos de nuevo a su casa y allí la correspondiente reprimenda.

Con el paso del tiempo su familia decidió que yo era una mala influencia, decisión que revocaron cuando vieron de donde venían las malas ideas. En cualquier caso ya era demasiado tarde, demasiada ingratitud conociéndonos tantos años.

¿Por qué la recordé hoy? No era por mi amiga, ni por la fuga. Fue por mi propia huida, esa sensación que no querría vivir nunca, esa decisión de huir. La lluvia fue lo único que me hizo volver.

Hasta el ser mas independiente de la tierra añora una familia unida, hasta el más fuerte se derrumba, hasta el más tranquilo se indigna. No sabía donde ir, cualquier sitio me parecía cerca, sin rumbo y sin meta.

La música en unos cascos, mi única compañera.

¿Cómo huir cuando no quedan islas para naufragar?


No hay comentarios:

Seguidores