martes, 17 de julio de 2012

Requiem por una pesadilla

Se despertó como cualquier otro día, en su mundo lineal, después de un agradable sueño. No solía tener sueños bonitos donde reinara la sensación del todo va bien, sus pesadillas eran cada vez más entrevesadas; asuntos pendientes disfrazados de fantasmas que le atormentaban el sueño con malas, muy malas artes.

Aquella noche, si no recordaba mal, representó lo que tanto deseaba. No era una escena romántica, no era algo lujoso o uno de esos viajes soñados, solo ansiaba volver a retomar aquel amor fraternal que se perdió en algún lugar, esa parte de su sangre que no corria dentro de sí, aquello que de solo recordar hacía romper el llanto tras el pellizco de siempre.

Ya no le importaba que su profesor ya no la quisiera, ni que su amante la hubiera abandonado, solo quería volver a reirse con aquel chico, que volviera la confianza que antes tenía, el referente que le hacía querer aprender de todo cuanto la rodeaba.

Puede ser tan cruel el cerebro de mostrarte lo que mas deseas de un modo tan real, que despiertes y las paredes empiecen a encoger y te duelan las encías de apretar los dientes.

Siempre a la espera, en standby, impaciente e inquieta, ilusa siempre somnolienta. Y a la vez no esperaba nada y menos del hombre, que nada demostraba.






Un heliotropo morado
le acuchilla las ojeras
y corta con sus tijeras
adormecidas de herrumbre
su corazón hecho lumbre

                   










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