sábado, 19 de enero de 2013

Cuentagotas

Quedaba un rastro imborrable, una yaga incurable impregnada del color de las paredes con tonos de amargura y desesperación. Se le escapó de los dedos el sentido.

En el fondo quería ser como él y desligarse hasta de su sombra, vivir en aquel campo de trigo frondoso y lograr escucharse sin el incesante ruido que hacía el continuo autoanálisis.

Gritaba y gritaba pero no entendían nada, parecía que hablaba en una lengua vernácula, arcaíca y extinguida ¿No te ha pasado nunca?

Quizás no lo entiendas, ya me ha pasado antes y por eso sucede de ésta forma. Nos morimos de frío y las manos cansadas no pueden encender la leña.

Hay canciones que todo lo curan y va de camino la tuya, porque la merecemos, nos hace falta un aliento, el abandono del desencuentro, el renacer de tu risa, tus ideas, sólo y exclusivamente tú.

Palabras con cuentagotas que se escurren de mis dedos, ecos de idiotas que enervan los sentidos y me revelan, hasta el día que no los escuche y desaparezcan como fantasmas que no dejaron huella en el tiempo.


Y pese a todo este desorden, no te puedo querer más...

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